«A pesar de la crisis económica y de las sanciones occidentales, el presidente ruso Vladímir Putin puede afrontar con serenidad las elecciones legislativas del 18 de septiembre de 2016. Además de la popularidad de su discurso nacionalista y del control de los medios de comunicación, también puede contar con la división de la oposición liberal. Incapaz de poner distancia con las terapias de choque que varios de sus dirigentes infligieron al país en los años de la década de 1990, ésta no ha sido capaz de captar el descontento expresado en la calle.» [L’opposition russe en miettes, Le Monde diplomatique, septiembre de 2016].
Ninguno de los seis candidatos que se presentaban a las elecciones a alcalde de Moscú el domingo 8 de septiembre de 2013 despertó un gran interés entre los habitantes de la capital de Rusia. De un total de 7.176.568 moscovitas que componen su censo electoral, poco más de 2.300.000 habitantes (un 32,03% del censo) decidió pasar por las urnas ese día (ver mapa interactivo). Con el inicio del otoño, la recolecta de patatas y tomates de las dachas resultaba una actividad más atractiva para el moscovita que participar en unas votaciones con resultado ya previsto de antemano.