Víktor Shenderóvich
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Víktor Anatólievich Shenderóvich, escritor satírico soviético y ruso, presentador de televisión y locutor de radio, ensayista liberal, activista defensor de los derechos humanos. Columnista del periódico “The New Times”.
Nació el 15 de agosto de 1958 en Moscú. Ha sido galardonado con diversos premios literarios por su faceta humorística. En televisión empezó a trabajar en 1992 y en 1995 se convirtió en el guionista del programa «Kukly» (Куклы, guiñoles), entretenido programa satírico de mordaces temas de la actualidad política rusa (en España hubo algo semejante en Canal Plus con las «Noticias del guiñol»).
Desde 2003 es director artístico y locutor de la emisora de radio «El Eco de Moscú» (Эхо Москвы), al mismo tiempo que de «Radio Libertad» (Радио Свобода).
En 2005, se presentó como independiente a la Duma Estatal por uno de los distritos de Moscú y aunque no consiguió el acta de diputado, sí consiguió el 19% de los votos. De este paso por la política lo documentó en un libro.
En marzo de 2010, suscribió el llamamiento de la oposición rusa "Putin se debe marchar".
Mihail Prójorov [1] ha escrito y publicado en la web de “Echo” un texto programático cuya esencia se resume en una asombra idea: para vivir mejor, hay que trabajar mejor.
Por este descubrimiento vale la pena convertirse en líder del partido liberal.
Y encima no discutas: como dos y dos son cuatro y bien cena quien bien trabaja…En una sociedad normal con un ajustado mecanismo de justicia social, seguro que el tema sería presisamente así. Por eso, tomado de forma separada el suizo (y el canadiense, y el australiano, y el finlandés, etc.) entiende lo racional de sus esfuerzos para con su familia y para con su país. No hace falta animarle a trabajar.
Pero en un país con relaciones africanas con el poder y los negocios, y con una justicia asiática, la lógica europea no funciona y el sermón del “workalcoholismo” no tiene aquí perspectivas prácticas.
No hay que obligar a nadie a trabajar aún más para otro tío en “mercedes” con sirena y con una división acorazada de guardaespaldas (y aun hay que dar gracias a que no tenemos lanzagranadas). Y no convencer a nadie a desvivirse allí donde el que mejor trabajaba de todos y el más solicitado a ojos de todo el país fue a cumplir condena a la sombra por una sentencia escrita por la administración. [2]
Todos saben que el éxito en Rusia se determina no por el trabajo, sino por la profundidad de la brecha en las riquezas presupuestarias y se garantiza no por la ley, sino por la cercanía en las relaciones con el padrino y su cueva de ladrones. Esta es la realidad actual. Los discrepantes con tal realidad pueden luchar contra ella o marcharse del país, y la tan manoseada mayoría (no importa si con monos de trabajo, uniformes, batas azules o con cuellos blancos) ni siquiera se santiguará hasta que no retumbe el trueno.
La mayoría recibirá su correspondiente tontería inflacionista de las cinco y veinte y mostrará con gusto el dedo corazón al líder de la lista “Forbes” que ha propuesto presionarlos más. El poder soviético vigiló durante mucho tiempo, desde la tribuna del Mausoleo, este dedo corazón, y ahora por las mismas lógicas razones, los amos “piterinos” [3] se asombran de la vida.
Y cuando todo se derrumbe (no discutas aquí con Prójorov: seguramente caerá), ocurrirá no por la inconsciencia de las masas (las masas no están obligadas a ser conscientes), sino por la rutina de la élite que, de form obstinada, no quiere entender que las libertades democráticas y la prioridad de la ley no es un capricho de Estrasburgo o de la Secretaría de Estado de EE UU, sino de las condiciones objetivas para un normal desarrollo de la sociedad.
Y si la nueva hornada de líderes del partido liberal en su primer llamamiento al electorado en víspera de las elecciones no dicen palabra acerca de estas libertades, entonces es que es un excelente argumento para “Causa Justa”. [strong]
Víctor Shenderovich, 1 de agosto de 2011
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