Un petición firmada por cineastas rusos bajo el título de “No nos gusta” “en absoluto está relacionada con la muestra en Cannes de “Quemados por el sol-2”; está dirigida, no tanto contra la persona, sino contra el sistema y el estilo de dirección, que existe en Rusia y no sólo en el cine” acentúa Cécile Vaissié [autor del artículo].
“En efecto, muchas personalidades del cine en Moscú y en San Pertersburgo no soportan a Nikita Mijalkov y no tienen posibilidad, habilidad y voluntad para oponérsele. Y no les gusta nada porque Mijalkov, oficialmente, pertenece a uno de las más ricas, poderosas y reconocidas familias del mundo de la cultura soviética. Los franceses hoy, parece, reconocen que el director de cine es un allegado de Putin. Sí, esto es así, pero es que es ¡una tradición familiar! Su padre, Serguéi Mijalkov, autor de lo himnos soviéticos de 1944 y 1977 y del himno ruso de 2000, complació a todos los dirigente rusos, empezando por Stalin. Los miembros de la familia Mijalkov tuvieron, también, excelentes relaciones con el KGB y disfrutaron de derechos y privilegios que les fueron negados a otros", - escribe Cécile Vaissié, destacando : “Esto de ninguna forma menoscaba el talento de actor y director que realmente posee Nikita Mijalkov”, lo que hoy reconocen incluso aquellos que le acusan.
“Lo que sucedió en Cannes a los cineastas a lo largo de muchos años y que hoy sale a la superficie es, ante todo, una de las «verticales», obra que transmite lo esencial de la política interna de Vladimir Putin después de 2000. Quieren pensar que se trata de la revisión de las relaciones del cine y el poder en Rusia", - escribe el autor del artículo.
He aquí que a los 25 años de la Unión de cineastas, surge como un indicador de las tendencias que van apareciendo en Rusia, continúa el autor del artículo. El quinto congreso de la Unión de cineastas, en mayo de 1986, significó el verdadero inicio de la perestorika: la mayoría de los cineastas de Moscú y San Petersburgo se manifestaron por los cambios y la democracia en el cine, Nikita Mijalkov, al contrario, estaba de parte de las personalidades del cine soviético, que solicitaban progresos a cuenta del arribismo y la lealtad a los dirigentes del partido. Entonces Mijalkov fue rechazado y se lo está haciendo pagar a “los demócratas” por ello, escribe Cécile Vaissié.
En los últimos años, Nikita Mijalkov apenas si ha participado en debates públicos y en lo que se removía en la vida artística, rodando películas que, principalmente, se mostraban en Occidente, “donde se convirtió en la personificación del cine ruso y “rusificación”, en gran parte imaginada”, escribe el autor del artículo. En 1998, los cineastas rusos, agotados y desorientados por los cambios, eligieron a Mijalkov, “un enviado de la providencia”, como responsable de la Unión de cineastas, quien prometió resolver sus problemas. Pasaron algunos meses y realizó "El barbero de Siberia", donde Mijalkov, así como se dieran cuenta muchos rusos de su simbolismo, interpretó el papel de Alejandro III. Al poco tiempo, apareció aún otro persona, "enviada de la providencia”, que se disponía a salvar a toda Rusia: Vladimir Putin. “De carácter extremadamente reaccionario, Alejandro III revisó muchas de las generosas reformas de su padre, "el zar-liberador” Alejandro II. Putin revisó las medidas, con las que Yeltsin dio libertad de palabra, de expresión y de empresa a la sociedad rusa", escribe la publicación.
Realizó «El barbero de Siberia», donde Mijalkov interpretó el papel de Alejandro III, en el que muchos rusos se dieron cuenta de su carga simbólica.
Nikita Mijalkov se anticipó y acompañó la reacción “putiniana” con confusas declaraciones filosófico-políticas, afirmando que los “genética rusa" está condenada no a respetar la ley, sino a respetar a Dios. Occidente descubrió esta expresión “la misteriosa alma eslava«y la todavía más misteriosa»Rusia eterna" En efecto, el director niega a la sociedad rusa el estado de derecho (…) y defiende la unión “del poder, la Iglesia ortodoxa, el KGB y los oligarcas", unidos en la “vertical”, creada por el señor Putin. Precisamente contra la aplicación de este sistema en el cine surgen quienes firman la carta “No nos gusta".
Después de “El barbero de Siberia«, Nikita Mijalkov rodó»12«, una oda al servicio especial ruso,»55«, cortometraje propagandístico dedicado al cumpleaños de Vladimir Putin, y»Quemados por el sol-2", un proyecto completamente inútil en lo que a lo artístico, técnico y comercial se refiere, señala el periódico. Además de esto, en el marco de sus actividades socio-políticas, el cineasta dirige el consejo social de una organización en “defensa de los ministerios”, que en teoría está llamada a encargarse del control social de las actividades de los ministerios. En realidad, este consejo y otros parecidos a él, son un engendro del Kremlin y permite arrinconar a los demasiado independientes y críticos con los órganos de poder. Tal es el papel de Nikita Mijalkov en la “vertical” no cinematográfica. Y el director no oculta que hay un jeep del Ministerio de Defensa a su disposición, acondicionado con una alarma en el techo y que va por vía libre por las calles moscovitas, donde el tráfico es especialmente intenso. Ahora hay muchos rusos que se indignan con esta “élite” con alarmas en el techo de los coches y que se consideran con derecho a infringir todas las normas de tráfico. Y de nuevo la indignación dirigida contra el sistema y el estilo de gobierno, que existen en Rusia y no sólo en las carreteras. Y he aquí que la protesta de los medios cinematográficos contra Nikita Mijakov da testimonio de cierto descontento general e incluso de cierta irritación en el país. ¡Esto no les gusta!” - así finaliza su artículo Cécile Vaissié. [1] [2] [3]
Comentar este artículo
Comentarios