En el transcurso del mes de agosto, en la televisión rusa, el tema de los incendios forestales en Rusia coincidía con reportajes del mismo problema en Portugal. ¿Significa esto que la reacción de los políticos y la sociedad a esta catástrofe fue la misma en estos dos países? No.
Dos años atrás, los incendios forestales en Grecia llevaron a la dimisión del gobierno de los conservadores. ¿Puede suceder algo parecido en Rusia, aunque sea a nivel regional, aunque sea en algunas de esas docenas de regiones donde el servicio contra incendios resultó no estar preparado para el fuego? Decididamente, no.
Hasta ahora, sólo un funcionario, el jefe de la sección de economía forestal de la región de Moscú y de Moscú, ha sido despedido por exigencia del presidente Medvédev, quien se salió de sus casillas al conocer que este funcionario no llegó a interrumpir sus vacaciones de tres semanas en el extranjero, a pesar de los incendios que se desencadenaron en los territorios de su jurisdicción. Mientras tanto, el alcalde de Moscú, Iuri Luzhkov, descansaba en el Tirol austríaco mientras su ciudad se asfixiaba por el humo contaminante producido por las turberas ardientes, conservaba felizmente su puesto después de apresurarse a acreditar su lealtad al primer ministro Putin.
Reducción de las unidades contra incendios
Algunos altos funcionario militares (entre ellos, un teniente general) fueron destituidos por el presidente Medvédev cuando, junto a Kolomna, [1] ardió una base militar a causa de que en el ejército ruso no existen unidades contra incendios (la orden de reducción de las unidades contra incendios fue publicada en noviembre del pasado año y formaba parte de las reformas que fueron emprendidas por el ministro de Defensa, Anatoli Serdiuk).
Desgraciadamente, el gobierno ruso, así como toda la vertical del poder, resultó no estar preparada para la catástrofe natural, que era tanto previsible, como prevista. La idea de movilizar al ejército en la lucha contra el fuego llegó tarde al poder ruso, sólo a finales de julio, después de que el fuego se apoderó de casi toda la parte europea de Rusia. Pero incluso entonces, como testimonian los datos oficiales, sólo fueron enviados 10.000 soldados en la lucha contra el fuego. El ministro de Defensa publicó la orden del traslado de técnicos en sistemas de distribución de agua del Cáucaso Norte a Moscú sólo después de que el humo contaminante asfixiara durante semanas a millones de moscovitas.
El gobierno ruso, así como toda la vertical del poder, resultó no estar preparada para la catástrofe natural tan previsible como prevista.
Rusia posee sólo cuatro aviones-anfibios, construidos para la extinción de incendios desde el aire. Las fotografías de los incendios, rápidamente difundidas por el país, fueron tomadas de satélites americanos, y no de rusos. De acuerdo con el Código Forestal, que el partido “Única Rusia” introdujo en la Duma en 2007, el centralizado sistema nacional de lucha contra el fuego fue suprimido. Las funciones contra incendios fueron traspasadas a los poderes centrales, pero sin financiación.
El blogger top_lap}
El blogger de Tverskaia oblast, top_lap, describió en una carta abierta al primer ministro Putin, el lamentable estado de las infraestructuras del servicio contra incendios ruso. En el pueblo donde vive el blogger falta incluso la campana, con cuya ayuda se podía avisar del fuego, el estanque para incendios está cegado y la máquina anti incendios ha desaparecido. Es lo característico en miles de ciudades y pueblos del país.
Los fuegos y el humo contaminante de este verano han demostrado la terrible ineptitud de los líderes del país para actuar rápida y efectivamente en situaciones extremas, sin hablar de su total incompetencia para movilizar recursos suplementarios y gente, así como para coordinar las actividades y operaciones de organizaciones no gubernamentales y de voluntarios. En el país, que en cierto tiempo pudo jactarse de un amplio y efectivo sistema civil de defensa con refugios antiaéreos en cada ciudad, hoy, la gente que se encuentra en la línea principal de la lucha contra el fuego, se topa con grandes carencias de elementos imprescindibles para esta lucha: reservas de agua, palas, arena, extintores.
Los fuegos y el humo contaminante de este verano han demostrado la terrible ineptitud de los líderes del país.
Así que la reacción de los poderes a los incendios forestales que dominaron Rusia fue ineficiente y tardía.
Como resultado, ¿quien puede ahora predecir el probable comportamiento de Rusia en relación a las cuestiones ligadas con el cambio climático global?
Discutiendo la situación de los incendios forestales hace unas semanas, el presidente de Rusia declaró en una intervención pública: “Desgraciadamente, lo que ocurre hoy en nuestras regiones centrales, se manifiesta como testimonio del cambio climático global, ya que nunca en nuestra historia nos hemos encontrado con semejantes condiciones climatológicas. Esto significa que debemos modificar la dirección en la que trabajábamos, modificar los métodos que utilizábamos en el pasado”, -declaró. Esta declaración se diferencia de forma ostensible de aquella otra que los líderes rusos dijeron hace unos años, cuando se esforzaban en presentar los recelos de los ecologistas como “especulaciones políticas”. Negaban el mismo hecho de la existencia del cambio climático. El ex presidente Putin, incluso, admitió durante un encuentro del G-8, dedicada al cambio climático y al aumento de la temperatura que, si realmente existen estas tendencias, que hasta serían provechosas para Rusia: los inviernos se convertirían en menos rigurosos y, por consiguiente, se podría reducir los gastos en calefacción. Al término de la “cumbre climática” en Copenhague, Dimitri, Medvédev manifestó que Rusia no está de acuerdo con las decisiones internacionales sobre el clima, que pueden obligarla a limitar sus proyectos industriales y de este modo obstaculizar su crecimiento económico. Como Putin, acoge con escepticismo la cuestión ecológica.
Sólo este año el presidente Medvédev intentó llevar una política ambiental más activa. Promulgó una especial “doctrina ambiental”, exhortando insistentemente al gobierno ruso a crear nuevas leyes y decretos en este ámbito. Los incendios forestales sin precedentes de este verano pueden llegar a traer un cambio en relación con el cambio climático, tanto entre la sociedad rusa, como dentro de la clase política. Claro que es poco probable que la ecología pueda llegar a convertirse en una idea nacional. Sin embargo, por lo menos, esto puede trasformarse en un tema muy prometedor de discusión nacional.
La sociedad mundial se prepara para un nuevo asalto de las negociaciones en la preparación de la siguiente conferencia de la ONU sobre el cambio climático que, como se prevé, se realizará en Cancún (Méjico) a final de año. En ella, como se espera, las partes deben llegar a un acuerdo definitivo a través de un nuevo documento en lo relativo a los límites a las emisiones de carbono que debe sustituir al protocolo de Kyoto, cuyo plazo de actividad expira en 2012. Con todo, hoy, sobre el telón de fondo de las catastróficas inundaciones de China y Pakistán, la sequía del África occidental, las bajas temperaturas sin precedentes de América Latina y los incendios forestales en Rusia parece que la atmósfera alrededor de las negociaciones se vuelve más brumosa y confusa. Puede ser que, incluso, un ligero cambio de actitud más ecológico de las élites gobernantes rusas podría llevar a una posición más cercana de Moscú y la Unión Europea… [strong]
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