“Tras la secesión de Crimea, el nuevo poder ucraniano debe afrontar una situación económica, demográfica y social desastrosa. El sistema oligárquico construido desde hace 20 años alimenta la pobreza, los rencores y los miedos. Nada indica que ello vaya a ser puesto en entredicho.” [Ukraine, d’une oligarchie à l’autre, Le Monde diplomatique, abril de 2014].