“A cada estación su impacto. Tras la anexión de Crimea en la primavera, la escalada de sanciones este verano, la brutal caída de los precios de los hidrocarburos este otoño, la economía rusa sufrió un desplome del rublo desde noviembre último. Reabriendo las cicatrices de la década de 1990 esta crisis de cambio dejará huellas. Pues expone de forma evidente las debilidades estructurales tanto tiempo subestimadas por el poder” [Avis de gros temps sur l’économie russe, Le Monde diplomatique, febrero de 2015].
Una mayoría relativa de rusos piensa que no hay que “prestar atención a la crítica por parte de Occidente, ni tender a un acercamiento con los EE UU ni adherirse a ningún bloque militar”. Estas y otras cosas se deducen de la encuesta realizada por el Centro Levada y hecha pública en su web el pasado 14 de marzo.