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Al primer exportador mundial de gas le cuesta diversificar su industria

Aviso de temporal en la economía rusa

“A cada estación su impacto. Tras la anexión de Crimea en la primavera, la escalada de sanciones este verano, la brutal caída de los precios de los hidrocarburos este otoño, la economía rusa sufrió un desplome del rublo desde noviembre último. Reabriendo las cicatrices de la década de 1990 esta crisis de cambio dejará huellas. Pues expone de forma evidente las debilidades estructurales tanto tiempo subestimadas por el poder” [Avis de gros temps sur l’économie russe, Le Monde diplomatique, febrero de 2015].

La escalada de sanciones

17 de marzo de 2014. Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea prohíben sus territorios a responsables políticos rusos y a sus homólogos de Crimea. Japón y Australia toman medidas similares, seguidos de Albania, Islandia, Montenegro y Ucrania.

28 de abril. Estados Unidos proscribe hacer negocios en su suelo para 17 empresas y varios oficiales rusos. La Unión Europea cierra el acceso a su territorio a otros 15 responsables rusos.

17 de julio. Washington limita el acceso a las financiación cuyo vencimiento sea superior a tres meses para Rosneft y Novatek, así como para dos bancos, Gazprombank y Vnesheconombank, y después para el Banco de Moscú y Rosseljozbank.

24 de julio. Canadá amplía las medidas a empresas rusas del sector financiero, del armamento y de la energía.

25 y 31 de julio. Bruselas extiende sus sanciones a 18 empresas y 15 responsables adicionales. Se aplican restricciones a empresas de los sectores de la energía, defensa y financiero.

5 de agosto. Japón bloquea activos de individuos y grupos que han contribuido a la separación de Crimea de Ucrania. El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo y la Banca Europea de Inversión congelan los fondos destinados a nuevos proyectos en Rusia.

12, 14 y 28 de agosto. Noruega y Suiza integran las nuevas sanciones aplicadas por la Unión Europea en sus listas de medidas.

12 de septiembre. Washington endurece sus sanciones y las extiende a Sberbank, Rostech, Gazprom, Gazprom Neft, Lukoil, Surgurneftegaz y Transneft. Se suspenden las transferencias de tencología ligadas a la exploración en aguas profundas y al gas de esquisto.

24 de septiembre. Japón prohíbe la emisión de títulos para Sberbank, VTB, Gazprombank, Rosseljozbank y VEB, y endurece sus sanciones sobre las exportaciones de material de defensa a Rusia.

20 de diciembre. Bruselas extiende sus medidas restrictivas relativas a las relaciones económicas con Crimea: prohibición de inversión, restricción de actividades de turismo y de exportación de tecnologías.

Si la anexión de Crimea es interpretada en el Kremlin como un éxito militar y político, el balance económico de 2014, marcado por la adopción de sanciones occidentales contra Rusia, está lejos de ser positivo. La significativa caída del rublo frente al dólar (-42% entre el 1 de enero de 2014 y el 1 de enero de 2015) ha borrado las ganancias de potencia económica relativa conseguidos desde 2009. El país ha descendido del 10º al 16º en el ránking mundial en términos de Producto Interior Bruto (PIB) al tipo de cambio actual. Las autoridades aspiraban a una inflación reducida del 5%, pero se ha doblado hasta estabilizarse en el 11,4%. El crecimiento debía restablecerse en el 3,5%, en el mejor de los casos, será nulo en 2014 y dará lugar a una recesión en 2015 (entre - 3% y - 4,5%, según las previsiones del Gobierno). La diversificación industrial debía reactivarse; la producción de automóviles ha caído a plomo. El líder Avtovaz ha suprimido ya más de 10.000 puestos de trabajo y se dispone de nuevo a despedir. Si continúa degradándose la situación, no hay ninguna duda de que sus competidores le pisaran los talones.

La persistencia de una fuerte inflación en un periodo de estancamiento tiene como consecuencia el agravar las desigualdades en los ingresos reales y en retraer el consumo. El comercio al por menor, tras haber resistido mucho tiempo, comienza a ceder. Por el lado de las empresas, la inversión, nervio de la lucha por la modernización de la economía rusa, confirma y acrecienta un repliegue esbozado en la primavera de 2013. En 2015 seguirá esta pendiente descendente, teniendo en cuenta las tasas de interés fijadas en el 17% por el Banco Central en diciembre, para limitar la deriva del cambio y de la inflación. Por otra parte, el sistema financiero ruso no está en condiciones de aportar la liquidez necesaria: las sanciones (leer la cronología "La escalada de sanciones") obligan a los grandes bancos a modificar el núcleo de su modelo económico que descansaba en el préstamo en divisas a bajas tasas de interés en los mercados internacionales combinado con préstamos a tasas de interés más remuneradores en rublos en el mercado nacional. El ahorro nacional en rublos no bastará para las necesidades de la economía rusa, tan desalentada por la inflación.

Los florones nacionales empiezan también a sufrir. Si en 2014 acaba de batirse un nuevo récord de producción de petróleo, esta progresión corre el riesgo de quedarse sin porvenir pues, desde 2011, se han ralentizado las extracciones. Está soportada por compañías privadas, minoritarias en el paisaje energético ruso. En cuanto al gigante Gazprom, en 2014 registró una caída del 9% en la extracción de gas. Desde su creación, nunca su nivel de producción fue tan bajo.

Presiones sobre los recursos públicos

En la coyuntura actual, la inversión en tecnologías que permiten destacar los yacimientos no convencionales y de gran profundidad se hace crucial. Las restricciones occidentales en las transferencias de tecnología a las compañías petroleras y gasísticas rusas dificultan seriamente sus perspectivas de desarrollo, especialmente en Siberia oriental y en el Ártico. Enfrentada a una situación delicada, Gazprom acaba de renunciar al South Stream, el proyecto de gasoducto que debía abastecer a Europa rodeando Ucrania por el sur, para desplegar más recursos hacia China y el nuevo gasoducto oriental. Con toda probabilidad, el retraso en las inversiones no se recuperará en los años que vienen.

Algunos sectores de la economía muestran mejores resultados. Es el caso de la agricultura que en 2014 obtuvo cosechas récord. En un caso parecido, Rusia se convierte habitualmente en uno de los principales exportadores mundiales de cereales. Además, la caída del rublo se combina con volúmenes de productos para ofrecer redobladas posibilidades. Pero, por temor a un alza de los precios interiores, el Gobierno ha creído correcto frenar administrativamente las exportaciones, con el efecto perverso de limitar la capacidad de los agricultores rusos para comprar en divisas extranjeras los insumos (semillas, abonos…) necesarios para su futura producción.

A medida que la crisis penetra en sectores claves de la economía, el Estado sufre una creciente presión por parte de los sectores afectados. Ésta ha venido primeramente del sector energético: Rosneft, Novatek, Lukoil obtuvieron en el verano financiación de varios miles de millones de dólares, bien extraídos directamente de fondos públicos, bien por vía de bancos no afectados por las sanciones. En junio, Vladímir Putin ya cifró las necesidades de capitales suplementarios de Gazprom en 50 mil millones de dólares antes de que la empresa publicara sus primeras pérdidas trimestrales desde 2008, atribuidas a los retrasos en los pagos ucranios.

Esta primera salva ha sido seguida al momento de otra en el sector bancario: el Gobierno anunció en septiembre una serie de recapitalizaciones para VTB, Rosseljozbank y Gazprombank especialmente. Igual que el Sberbank, el primer banco del país, VTB está presente en Ucrania donde la situación se ha degradado todavía más que en Rusia. Estas entidades, vetadas en los mercados de capitales, han sido afectadas por partida doble. El Gobierno, que ha hecho del sector bancario su prioridad, prevé reflotarlo hasta los 18 mil millones de dólares durante el primer trimestre de 2015.

El aparato militar-industrial constituye el tercer grupo de presión que tiene influencia real sobre el poder político. Ante el éxito obtenido sobre el terreno en Crimea y en Donbás —donde su presencia ha sido negada siempre por las autoridades—, sus responsables se encuentran ahora en una posición de fuerza para negociar la seguridad de sus medios (más del 11% en el proyecto de presupuesto para 2015). Los conflictos sobre el reparto se intensificarán. Dentro de algunos meses, los efectos de la inflación y el deterioro de la actividad industrial corren el riesgo de añadir nuevas presiones, políticas y sociales, a las de los sectores bancarios, energético y militar. Teniendo en cuenta la naturaleza federal de Estado, las reinvindicaciones girán hacia los presupuestos municipales y regionales. Pero estos ya sufren desde la recesión de 2009.

El peso de la deuda exterior

Vendiendo Rusia su petróleo en dólares, un barril le renta tanto más rublos que su débil divisa nacional. Pero la caída del rublo no ha sido suficiente para compensar la caída del precio del petróleo: en lo que va de año, el precio del barril Ural (unidad de referencia en Rusia) ha experimentado una pérdida del 14% en rublos. Por otra parte, con una moneda tan depreciada, la capacidad de la economía rusa en procurarse las importaciones indispensables en tecnología y en bienes de equipo, para las que no existe ningún sustituto a corto plazo en Rusia, se han dividido casi por dos.

Los proyectos de privatización, que podrían proporcionar ingresos de sustitución, permanecen en los cajones a causa del incierto contexto económico. El Gobierno también se abstiene de recurrir al crédito porque, si el endeudamiento del Estado es débil (12% del PIB, leer el recuadro "Un Estado productor pero poco protector"), el de las grandes empresas públicas —en divisas— se revela muy oneroso. Mientras que las agencias de calificación internacional multiplican las advertencias sobre la deuda soberana, el Ministerio de Finanzas ha renunciado repetidas veces a emitir obligaciones del Estado, estando las condiciones del mercado desfavorables. La carga de la deuda exterior puede mostrarse letal para los agentes económicos, fuertemente comprometidos y que no pueden contar con una renovación de sus créditos.

En el terreno financiero y comercial, se plantea ahora un nuevo problema a las autoridades monetarias: el de la volatilidad del rublo frente al euro y aún más frente al dolar. Esta inestabilidad provoca una dificultad, al menos, tan temible como la debilidad de la moneda o de las sanciones. Hunde el comercio exterior, encareciendo la cobertura contra el riesgo de cambio que las empresas, tanto nacionales como extranjeras, deben contratar para continuar sus actividades.

Un Estado productor pero poco protector

Ante la caída del rublo, el Producto Interior Bruto (PIB) de Rusia (al tipo de cambio actual) se elevó a poca más de los 2 billones de dólares. El valor añadido se repartió entre los servicios (60%), las industrias extractivas y energéticas (18%), la industria manufacturera (12%), la agricultura y la construcción (5% cada una). La población activa, que cuenta con 75 millones de personas, es sobre todo urbana, con una tasa de empleo y un porcentaje de diplomados entre los más elevados del mundo. La productividad, en cambio, sigue siendo débil. Es dos veces menor que la de la Unión Europea y no ha avanzado significativamente durante los cinco últimos años.

La proporción de gastos del Estado en la economía es superior a la de Francia (en torno al 37%, contra el 31%), pero éste asume algunas funciones de protección social, como la financiación de las pensiones, que en Francia son contabilizadas aparte. Para el conjunto de gastos públicos (comprendida la Seguridad Social), Rusia está indudablemente por detrás de Francia (37% frente al 55%). Las empresas rusas juegan un papel determinante en la economía rusa: tras las adquisiciones de los años 2000 en el sector energético, luego de las nacionalizaciones realizadas durante la recesión de 2009, contribuyen desde entonces al más del 50% del PIB.

Con unos ingresos cuya parte más importante dependen de las impuestos al sector de hidrocarburos, los presupuestos del Estado estás sometidos a las variaciones del precio del petróleo. Hasta ahora, el déficit ha sido débil, salvo durante la recesión de 2009, cuando se tomaron medidas excepcionales de reactivación, con un impulso presupuestario que totalizó el 11% del PIB. El endeudamiento sigue siendo mínimo y el Estado cuenta con dos fondos soberanos: el Fondo de Reserva, utilizable para apoyar al rublo y la actividad a corto plazo (89 mil millones de dólares en diciembre de 2014); el Fondo Nacional de Bienestar (80 mil millones de dólares) destinado a hacer frente a las necesidades futuras de financiación de las pensiones.

El Banco Central, igualmente, acumula reservas internacionales (389 mil millones de dólares a finales de diciembre). Este nivel es considerable, pero se han desvanecido 120 mil millones en un año, es decir, el equivalente a las fugas de capitales.

Hasta ahora, las sirenas preconizando restricciones a los flujos de capitales, no han conseguido seducir a las autoridades monetarias. Sin embargo, la opción sigue en la mesa, con sus ventajas —situar el rublo al abrigo de la especulación y devolver la autonomía a la política monetaria— y sus desventajas —reducir la financiación procedente de inversores extranjeros directos, agravar la timidez de los inversores y multiplicar las ocasiones de corrupción y de desarrollo de mercados paralelos. Desde ya mismo, el Gobierno anunció que obligaría a las cinco grandes compañías exportadoras (Gazprom, Rosneft, Alrosa, Zarubezhneft, Kristall Production Corporation [1]) a vender en las próximas semanas las divisas acumuladas desde octubre de 2014 (es decir, de 40 a 50 mil millones de dólares) para reconstruir las reservas del Banco Central y sostener el rublo [2]. Para el futuro, otras medidas administrativas podrían añadirse a ésta.

El régimen busca otras perspectivas económicas. La puesta en marcha de la Unión Económica Euroasiática (UEE) con Kazajastán y Bielorrusia, a los que se unió a partir del 1 de enero de 2015 por Armenia, antes de serlo por Kirguizistán a lo largo del año, se inscribe en esta lógica. Sin Ucrania, este proyecto reviste, desde luego, menos sentido desde un punto de vista económico. El entusiasmo de los primeros años dejó lugar a las críticas cada vez más abiertas entre los fundadores. Pero la dimensión simbólica del proyecto lo hace esencial para Putin.

Asimismo, la pertenencia al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India y África del Sur), que constituyó un tema de orgullo y optimismo durante estos últimos años, tardó en proporcionar sus frutos económicos, salvo si se le atribuye la reciente firma de acuerdos de exportación de centrales nucleares rusas con Nueva Delhi y Pretoria. Dos organismos financieros multilaterales (Nuevo Banco de Desarrollo y el Dispositivo de Reservas Contigentes) fueron lanzados en la cumbre de los BRICS de Fortaleza (Brasil) en julio último y deben entrar en funcionamiento en 2016, lo que representará un estreno. Sin embargo, quedan por establecer las condiciones concretas para su funcionamiento, en concreto el tipo de condicionantes que a realizar por la concesión de préstamos.

¿Girarse hacia China?

Es sobre todo en la relación con China que Rusia ha conseguido importantes avances en 2014. Más allá del acuerdo que permite pagar los cambios bilaterales sin pasar por el dólar, la cuestión del gas ha merecido la atención. La construcción del gasoducto que permitirá unir los yacimientos rusos directamente al territorio chino se decidió el 21 de mayo de 2014. Esta decisión cierra muy oportunamente unas negociaciones llevadas desde hace más de 10 años y ofrece a Gazprom sus primeras perspectivas reales de diversificación de sus mercados. Teniendo en cuenta los plazos de su puesta en marcha, los primeros efectos concretos de los acuerdos no se alcanzarán antes de 2018, es decir, mucho más allá del horizonte que hoy interesa. Mientras tanto, China parece dispuesta a atender las cada vez más acuciantes necesidades en divisas de las grandes compañías rusas. Seguramente, encuentra muy buena esta ocasiónpara dejar con un palmo de narices a las sanciones occidentales y afirmar su capacidad de intervención como nueva gran potencia financiera.

Rusia no es sólo prisionera de sus posiciones geopolíticas en las que se encuentra sus presidente a propósito de Ucrania. Se encuentra en una contradicción entre dos objetivos económicos cuya simultánea búsqueda no es soportable. El primero consiste en en basar la regeneración económica sobre el atractivo internacional del territorio. Se puede leer esta tendencia en el acceso a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hecha realidad en 2012, con el objetivo tantas veces mencionado por Putin de elevar el país al vigésimo puesto de la clasificación del Doing Business del Banco Mundial de aquí a 2020; en el de hacer de Moscú un centro financiero internacional y de atraer cada vez más inversiones extranjeras directas; o bien en la idea, que data del ínterin Medvédev (2008-2012), de crear polos tecnológicos de vocación mundial, como el de Skolkovo. El segundo eje de desarrollo, perpendicular al primero. consiste en construir un modelo económico e institucional autóctono, basado en normas propias y, por esta razón, protegido de una competencia mundial presentada como amenazadora. Estos objetivos se traducen, fundamentalmente, en medidas proteccionistas tomadas tras la recesión de 2009 y por las primeras reacciones, en 2013, de Rusia al acuerdo de libre cambio propuesto por la Unión Europea a Ucrania. Es también lo que intenta el proyecto de la UEE, que funciona según reglas inspiradas muy directamente por Rusia. Desde el anuncio de las sanciones occidentales, su segundo eje ha encontrado una nueva fuerza y domina ampliamente los discursos proferidos en la escena nacional.

Si las condiciones geopolíticas no cambian, las fuentes de financiación privada tienen todas las posibilidades de continuar disminuyendo en los próximos meses. Las cuentas públicas seguirán también bajo presión, lo que motivará nuevas búsquedas de liquidez de las autoridades rusas, especialmente hacia China. Pekin podría mostrar interés en tomar opciones en activos tangibles (cuotas de yacimientos, cuotas de capital de sociedades) en Rusia. Pero por razones de ocupación del espacio, de demografía y de dinámicas económicas y migratorias, en las relaciones entre los dos vecinos persisten las huellas de la desconfianza. La potencia económica de China representa hoy más de diez veces la de Rusia y su reciente dinámica es completamente otra. Los dirigentes rusos saben también que la intensificación de las relaciones comerciales bilaterales tiene muchas posibilidades de acelerar la desindustrialización de su país. Ahora bien, esta perspectiva contradice la estrategia económica llevada hasta ahora, que hacía de la diversificación industrial y del mantenimiento del empleo en el sector industrial prioridades nacionales.

A los niveles actuales del rublo y del precio del petróleo, la economía rusa se encuentra en un punto muerto. La degradación de la situación se deriva de la anexión de Crimea y del conflicto en Donbás, pero también de las debilidades estructurales de la economía rusa que la crisis actual han sacado a la luz. Merecen subrayarse tres de estas debilidades: la primera es la paradójica debilidad del Estado. Omnipresente desde 2000, sin embargo se ha mostrado cada menos en condiciones de existir fuera de la figura de su jefe actual y de asegurar su papel de institución capaz de superar los intereses particulares. La segunda es la concentración de los recursos del país en los sectores energético y financiero, controlados los dos por una oligarquía que conservó, a lo largo de los años 2000, una importante influencia sobre el aparato del Estado. La tercera es el persistente subdesarrollo de las infraestructuras en red del inmenso territorio del país, que limita la eficacia y la flexibilidad de las actividades que en él se desarrollan.

Porque ha proporcionado al poder la ocasión de imputarle la responsabilidad de las actuales dificultades, el endurecimiento de las sanciones occidentales en julio de 2014 ha sido políticamente contraproducente. Entonces, hay que volver a proponer a las potencias europeas —en cuyo seno Francia tiene todas las razones y medios para jugar un papel motor— una salida digna para Putin. Son inmensas las posibilidades de colaboración mutuamente beneficiosas entre la Unión Europea y Rusia: administración pública, infraestructuras, novedades tecnológicas, enseñanza e investigación, transición energética… Condicionadas a una cooperación efectiva en el arreglo del conflicto ucranio, estas perspectivas pueden ofrecer una salida al bloqueo en el que se encuentra la economía rusa. Si, al contrario, se le coloca entre la espada y la pared, el poder establecido corre el riesgo de crisparse aún más alimentando el aislamiento, el nacionalismo y el revanchismo. La historia de Europa nos muestra que esta vía no lleva más que a la desolación. Europeos y rusos deberían darse, pues, los medios para un levantamiento de las sanciones. [3]

Julien Vercueil, Profesor responsable
del curso de economía en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO)
.

[1Nota de la traducción: Alrosa, compañía rusa de capital público dedicada a la extracción, talla y comercialización de diamantes así como a la producción de brillantes. Su cifra de negocios en 2013 fue de más de 138.000 millones de rublos. Con un beneficio neto de cerca de 36.000 millones de rublos para el mismo periodo, emplea a 40.000 personas. Zarubezhneft, empresa petrolera estatal rusa. Se dedica a la extracción de petróleo y gas natural, así como a la construcción de complejos petrolíferos en el extranjero, como Argelia, Vietnam, India, Irak, Yemen, Libia, Siria y Cuba. Según consta en su web, su cifra de negocios en 2013 superó los 96.000 millones de rublos. Y su beneficio fue de más de 7.000 millones de rublos. Kristall Production Corporation, importante compañía estatal rusa dedicada a la producción de diamantes.

[2Russian Legal Information Agency (Rapsi), 23 de diciembre de 2014, www.rapsinews.com.

[3Material original: Le Monde diplomatique, versión impresa en francés, páginas 6 y 7, febrero de 2015. Traducción: Ventana a Rusia.