"Incluso los dirigentes de Rusia Unida se han declarado sorprendidos por la afluencia. El pasado 22 de mayo, más de diez millones de ciudadanos (casi el 10% de los electores inscritos) participaron en las elecciones primarias de lo que se llama normalmente el partido de Putin, ante la legislativas del 18 de septiembre próximo. En las antiguas democracias occidentales, numerosos partidos se han convertido ya a esta actividad nacida en los Estados Unidos. Pero apenas se esperaba encontrar esta práctica en un país generalmente asociado al fraude electral y al asesinato de opositores o de periodistas demasiado curiosos.
Rusia Unida fue creada el 1 de diciembre de 2001 para apoyar al Ejecutivo central frente a los focos de la oposición que estaban reprensentados, durante la anterior década, en la Cámara Baja del Parlamento (Duma) y en los gobiernos de las regiones. En julio de 2000, en su primera alocución en la Asamblea Federal, Vladímir Putin afirmó: «La indecisión del poder y la debilidad del Estado reducen a la nada las reformas. El poder debe asentarse en la ley y en una vertical ejecutiva única.» Y desde 2003 Rusia Unida se convirtió en el primer partido de la Duma, logrando más de dos tercios de los escaños en las Legislativas de 2007 y más de la mitad en 2011. También es mayoritario en el conjunto de las regiones rusas. Su dominio en todas los escalafones asegura al Ejecutivo la plena lealtad del poder Legislativo en el control sobre el reclutamiento de la mayorías de los elegidos.
En el sistema presidencialista de Rusia, el Parlamento tiene un margen de maniobra limitado desde el golpe de Boris Yeltsin en octubre de 1993.
Su situación en el paisaje político no es menos paradójica. En el sistema presidencialista de Rusia, el Parlamento tiene un margen de maniobra limitado desde el golpe de autoridad de Boris Yeltsin en octubre de 1993 [1]. En cuanto a los miembros del Gobierno, nombrados por el Primer ministro —nombrado también él por el Presidente—, han salido de la Administración o de las grandes empresas y, en la mayoría de las ocasiones, no pertenecen a ningún partido. El vínculo entre Putin y el partido creado para apoyarle es tan fuerte como asimétrico, puesto que él nunca ha sido miembro (lo que no le impidió asumir su dirección, de 2008 a 2012, durante su paso al frente del Gobierno entre dos mandatos presidenciales). En su obra consagrada a la historia de esta formación, el politólogo y simpatizante de Rusia Unida, Vitali Ivanov, escribe:»Es un partido creado por decisión de los dirigentes del Estado y que pone en práctica su política, consolida la élite (la élite leal), centraliza y sincroniza el trabajo de las máquinas políticas centrales y regionales, difunde la ideología oficial y, de hecho, prolonga el aparado de Estado.«Precisa:»Los periodistas y los politólogos tienen tendencia a confundir las nociones de partido de poder y de partido dirigente [en referencia al Partido Comunista en la Unión Soviética], cuando la diferencia es esencial. Un partido dirigente es un actor político autónomo (al menos, parcialmente); el partido del poder es el instrumento del poder establecido" [2].
Una manera de tantear a los candidatos
Además de esta ausencia de influencia política, Rusia Unida padece de una debilidad organizacional. Calificado a veces de partido virtual, está poco afianzado en la sociedad. Reivindica dos millones de militanes (en torno al 1,4% de la población), pero estas cifras recogen, en parte, las adhesiones colectivas, mientras que la actividad militante está muy poco fomentada. Aunque la clase política sea propensa a reivindicar un vía de desarrollo específico, las referencias a los partidos occidentales constituyen un elemento central de su modernización. En el terreno doctrinal, el partido se define actualmente como conservador. Inspirándose en el politólogo americano Samuel Huntington, teórico del choque de las civilizaciones, sus representante se retrotraen frecuentemente a la postguerra. Subrayan el papel estabilizador representado entonces por los partidos que dominaron el paisaje político durante muchos años: la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) en Alemania, la Unión para la Nueva República (UNR), después, Unión para la Defensa de la República (UDR) en Francia, el partido Liberal-Demócrata en Japón.
La introducción de un voto desde arriba en la selección de candidatos, constituye el segundo aspecto de este esfuerzo de integración de las normas occidentales. Organizadas por primera vez con motivo de las legislativas de 2007, las primarias se convirtieron en obligatorias en noviembre de 2009 para la designación de los candidatos del partido, tanto a la Duma como a las Asambleas regionales. La oposición liberal, reagrupada en el seno de la Coalición Democrática, organizó igualmente las suyas, el 29 de mayo de 2016, pero en medio de un gran desorden. En Francia, el ejemplo del Partido Socialista muestra que la idea de las primarias ha sido inicialmente apoyada por jóvenes dirigentes que buscaban evitar a los militantes y, de este modo, a los caciques del partido [3]. En Rusia Unida todo es a la inversa, donde esta propuesta fue colocada en el programa por la dirección, de acuerdo con las eminencias grises del Kremlin, para dar la imagen de una organización moderna, abierta y capaz de renovarse.
Las listas finales sólo tienen en cuenta parcialmente los resultados de las primarias. Los votos «no constituyen un procedimiento de designación de candidatos».
El desarrollo de estas primarias las distingue sensiblemente de los modelos extranjeros ya que las listas finales sólo tienen en cuenta los resultados de forma parcial. El acuerdo adoptado en 2009 precisa que los votos «no constituyen un procedimiento de designación de candidatos». En última instancia, la dirección de Rusia Unida puede añadir los suyos, sin incluir a los ganadores en la lista definitiva o, también, revisar el orden de los vencedores. Así, el primer adjunto del jefe de la administración presidencial, Viacheslav Volodin, el director de cine Stanislav Govorujin (que dirigió la campaña de Putin en 2012), como la muy mediática procuradora de Crimea, Natalia Poklónskaia y muchos otros, fueron admitidos directamente por el primer ministro y jefe del parido, Dmitri Medvédev.
Asimismo, en los días que siguieron a la votación, el comité de organización federal encargado de las primeras excluyó a una decena de candidatos de la lista de los vencedores, por motivos a veces vagos: «Un número inderteminado de acontecimientos conocidos recientemente han desacreditado a uno de los candidatos en la región de Kaliningrado. Se sabe de otro que en la región de Uliánovsk está perseguido por la Justicia. En Sverdlovsk, se han presentado quejas contra un candidato que habría abusado de su posición oficial», declaró el 27 de mayo el secretario del consejo general del partido, Serguéi Nevérov. Otros dos fueron descartados días más tarde a causa de «riesgos relacionados con su reputación».
Las elecciones legislativas de septiembre marcarán el regreso a un sistema electoral mixto: la mitad de los diputados serán elegidos por el sistema proporcional de una lista nacional y la otra mitad por circunscripciones en un escrutinio uninominal. En dieciocho circunscripciones Rusia Unida no presentará candidatos, pese a la celebración de primarias. Según el politólogo Ígor Bunin, el poder «deja lugares libres para los partidos hermanos, que son sus aliados [4]" (alusión a esa franja de la oposición que ocupa nichos ideológicos diferentes al del segmento de mercado de Rusia Unida, pero que son fieles a Putin a cambio de una representación parlamentaria).
Con la disposición final de las candidaturas confiscada por la dirección del partido, la democratización que podría anunciar el voto parece limitada. Pero la promesa de renovación vendida con la idea de las primarias, ¿se ha cumplido en otros países? Incluso en ausencia del derecho de veto de los estados mayores, las primarias tienden a reforzar a los candidatos salientes, capital político que va a capital político. En 2011, la tasa de renovación de diputados salientes de Rusia Unida superó la barrera del 50% lo que, paradójicamente, acercó la Duma a la asambleas legislativas de las antiguas democracias occidentales donde, de media, el 70% de los parlamentarios recobran su escaño al mandato siguiente [5].
"Nosotros, los osos, no necesitamos alas [políticas]" (Boris Grizlov, presidente de Rusia Unida en 2005).
Por eso, la reglas del juego político han cambiado. Los diputados salientes han sido expuestos, si no existe competencia, a una creciente presión exterior. Este año, las primarias rusas eran doblemente abiertas: todo ciudadano podía no sólo votar, sino igualmente presentar su candidatura. Bastaba con no pertenecer a ningún otro partido y no tener antecedentes penales. Desde entonces, los miembros de Rusia Unida afrontaron candidatos exteriores (43% de los 2.781 pretendientes en 2016). La pertenencia al partido se encontraba doblemente devaluada, igual que la idea de un conjunto de partidarios para formar y reclutar a los elegidos.
Durante la edición de 2016, el acento se puso en los debates. Para ver su candidatura validada, los participantes a las primarias debieron tomar parte en mesas redondas sobre temas definidos por las instancias centrales o regionales del partido: la lucha contra la corrupción, la educación, la salud, etc. Se hubiera podido, pues, ver surgir líneas de fractura programáticas, sobre todo porque, desde la década de 2000, existen clubs de discusión censados para representar diversas tendencias ligadas al partido. Los liberal-conservadores se preocupan, por ejemplo, por las presiones de la Administración sobre las empresas, cuando los social-conservadores insisten más en cuestiones de sociedad y en la promoción de los valores conservadores (familia, religión, etc.). Sin embargo, la integración de los candidatos a una u otra de estas corrientes ideológicas fue totalmente descartada. «Nosotros, los osos, no necesitamos alas [políticas]», afirmaba en 2005, durante una sesión del consejo general del partido, Boris Grizlov, entonces presidente de Rusia Unida (quien tiene por símbolo un oso blanco). Se rechazó la idea de una organización de corrientes en plataformas políticas con el pretexto del riesgo de debilitamiento del partido.
Resultado: la visualización de los debates en línea en la web de las primarias presentó un interés limitado. Alineados detrás de pupitres, los candidatos disponen de dos minutos para exponer su punto de vista antes de responder a las preguntas de la sala. El tono es cortés; se aplauden mutuamente. El estricto marco en el que se desarrollan las discusiones es poco propicio a las controversias: los participantes no tienen el derecho a llamar a votar contra sus competidores, ni opinar mal de ellos. El conjunto del material de comunicación —carteles, panfletos, clips— tiene que ser aprobado por los comités de organización regionales.
Es, por tanto, a título estrictamente individual que los candidatos se presentaron al escrutinio, lo que adquirió unos aspectos de sondeo de popularidad a escala natural, pudiendo los electores apoyar a varios candidatos. Las primarias pretendían no tanto distinguir a los que concurrían como probar los nombres susceptibles de atraer el máximo de votos, mientras proporcionaban al partido la oportunidad de un ensayo general antes del escrutinio.
Todavía nadie en Rusia Unida ha propuesto unas primarias para elegir a su candidato a las presidenciales de marzo de 2018.
Para el politólogo Grígori Golosov, sin embargo, a pesar de la cultura de unanimidad del partido, «las primarias de Rusia Unida están preparadas para adquirir las características de un verdadera competición política». Los pesos pesados de la política rusa, cada vez menos exentos de ceder a ello, se prestan obviamente al juego. Poco ideológicos, los enfrentamientos han sido sobre todo personalistas. En San Petersburgo, por ejemplo, el diputado regional Vitali Milónov, conocido por haber sido el instigador de la ley que prohibía la «propaganda a los mineros de las relaciones sexuales no tradicionales», acusó, al más discreto pero no menos influyente Yuri Chuválov, antiguo jefe del servicio de prensa de la Duma, de haber enviado a jóvenes armados con pistolas en el momento del recuento de votos, y de la distribución gratuita de alimentos.
El choque de personajes atrajo a la prensa que dio más repercusión a las quejas por irregularidades (426 para la única jornada del 22 de mayo). Las acusaciones de fraude electoral que la oposición lanzaba durante las manifestaciones de 2011 contra el partido en el poder resuenan ahora entre los fieles al presidente lo que, probablemente, no habían previsto los consejeros de comunicación del Kremlin. Sin embargo, de momento, ningún participante —candidato o elector— ha exigido de la dirección del partido una mayor transparencia de las reglas del juego. Del mismo modo, todavía nadie ha propuesto que unas primarias puedan permitir a Rusia Unida elegir a su candidato a las presidenciales de marzo de 2018." [6]
Clémentine Fauconnier.
Profesora auxiliar del colegio universitario de Moscú; investigadora asociada del Centro de Estudios franco-rusos de Moscú; doctora asociada del Centro de Investigaciones Internacionales (CERI) con la tesis en ciencia política sobre las «paradojas de la fabricación de Rusia Unida».
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